Partimos, en este caso, de un gran espacio, muy luminoso, en el que nuestros clientes quieren integrar la cocina y el comedor en el salón, «sin que la presencia de la cocina resulte excesivamente evidente” en el conjunto de la estancia, en la que quieren destacar algunas piezas que la pareja ha ido coleccionando: “muebles” “pinturas” y algunas “esculturas”. Y… muy importante… ¡¡¡Son una pareja de “cocinillas”!!!
Nuestro reto era, por tanto, conseguir una cocina comedor sobria, integrada pero dando protagonismo al resto de la estancia y, muy cómoda, funcional y espaciosa para cocinar.
El espacio tiene una columna central que nos divide la zona de la cocina y el comedor, del resto del salón. El cuadrante en el que se ubica la cocina se separa del salón con un cristal transparente y el cuadrante del comedor se deja totalmente abierto al salón. Planteamos una cocina de madera “eucalipto fumé”, protagonizada por una gran isla central de gran capacidad de almacenaje por ambos lados y gran superficie de trabajo. La zona de cocción se enfrenta a la amplia zona de aguas, con un gran fregadero de 90 cm de un pozo, y como tercer bloque, una gran zona de columnas donde se integran caldera, lavadora, secadora, frigorífico, congelador, horno de vapor y microondas. La cocina no tiene ningún mueble colgante, dando ligereza al conjunto, a pesar de la gran cantidad de mobiliario que contiene. Para suavizar el impacto de la madera oscura, las encimeras son de Silestone claro del Modelo «Tigris Sand«, al tono de la pared y los muebles de la isla encarados al salón y el gran mueble vajillero, de la zona de comedor, son de cristal lacado en blanco roto, también al tono de la pared.
La separación de cristal transparente permite la entrada de luz directa desde el salón a la cocina y una visión espectacular del salón desde la cocina, es decir “amplitud”. Desde el salón, la gran cantidad de luz hace del cristal transparente una superficie reflectante, separando muy bien las dos estancias.
¡Qué envidia!
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